El abogado y analista político Héctor Costa ha lanzado un mensaje claro y contundente: si el peronismo desea triunfar en las elecciones de 2025, debe hacerlo con nuevas ideas y nuevas personas. En un contexto político marcado por la desconfianza y el desencuentro, esta propuesta se torna crucial.
En los últimos años, el peronismo ha sido representado por figuras históricas que, si bien tienen un peso significativo en la política, han quedado atrapadas en una dinámica que les impide conectar con las nuevas demandas de la sociedad. Costa enfatiza que los viejos apellidos deben participar en debates y construcciones como asesores, pero el liderazgo debe recaer en caras frescas, capaces de atraer a las nuevas generaciones y de articular un discurso que resuene con sus expectativas.
El reciente acto en Avellaneda, donde el intendente Jorge Ferraresi inauguró un polideportivo junto a Axel Kicillof y Cristina Kirchner, evidenció la distancia entre las viejas glorias del peronismo y las nuevas realidades políticas. La imagen de Kicillof, quien alguna vez fue considerado el “hijo político” de Kirchner, refleja una relación tensa y distante que pone en jaque la cohesión del partido. Esto es un síntoma de que la fórmula tradicional ya no está funcionando.
El llamado a la renovación no implica borrar el legado de líderes como Kirchner, sino más bien reinterpretarlo y adaptarlo a los desafíos actuales. La incapacidad de los referentes del kirchnerismo para mantener una relación fluida y constructiva entre ellos muestra la necesidad de un cambio generacional y conceptual.
Costa también resalta la importancia de construir un discurso que hable de futuro, de derechos y de inclusión, alejándose de las viejas disputas internas que han desgastado al partido. La batalla por la “lapicera” y el control de las listas es solo un síntoma de un problema más profundo: la falta de una visión compartida que abarque tanto el pasado como el futuro del peronismo.
Por lo tanto, es imperativo que el peronismo abra sus puertas a nuevas voces y propuestas, permitiendo que las ideas frescas se integren a su estructura. Solo así podrá reconquistar la confianza de un electorado cansado de las viejas prácticas políticas. La renovación no es una opción, es una necesidad. Si el peronismo aspira a ser relevante en 2025, deberá dar un paso al costado y permitir que nuevas caras y nuevas ideas tomen la delantera.